Insomnio y TDAH Cómo la mente inquieta interfiere con el descanso

Insomnio y TDAH: Cómo la mente inquieta interfiere con el descanso

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Cada vez más adultos consultan por insomnio sin saber que detrás de sus noches en vela puede esconderse un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no diagnosticado. Como psiquiatra, veo con frecuencia pacientes que llegan a la consulta agotados, convencidos de tener un problema de sueño. “Doctor, no consigo dormir”, me dicen, describiendo un cansancio que no se alivia con el descanso. Pero al profundizar en su historia aparecen otros signos: dificultades de concentración, impulsividad, hiperactividad mental o emocional.

La relación entre insomnio y TDAH es mucho más estrecha de lo que suele creerse. Dormir mal agrava los síntomas del TDAH, mientras que el propio TDAH dificulta el descanso nocturno al mantener la mente en estado de alerta. Este círculo vicioso entre atención y sueño es uno de los grandes retos clínicos actuales, y comprenderlo es el primer paso para romperlo y recuperar un descanso verdaderamente reparador.

El TDAH en adultos: una mente siempre en movimiento

Tradicionalmente, el TDAH se asociaba a la infancia. Hoy sabemos que puede persistir en la edad adulta y manifestarse de manera diferente.
En consulta, suelo explicar que no se trata solo de moverse físicamente, sino mentalmente. La mente del adulto con TDAH raramente se detiene:

  • Pasa rápidamente de una idea a otra.
  • Tiene dificultad para desconectar de los pensamientos antes de dormir.
  • Siente una urgencia constante por “hacer algo”.

Esta hiperactividad mental nocturna es uno de los principales desencadenantes del insomnio en personas con TDAH.

El insomnio como consecuencia y como causa

En mi experiencia clínica, uno de los aspectos más fascinantes y a la vez más frustrantes del TDAH es su estrecha relación con los trastornos del sueño. Muchas veces, el insomnio no aparece de forma aislada, sino como parte de un patrón más amplio de desregulación que afecta la atención, la emoción y los ritmos biológicos. Es decir, no estamos ante un simple problema de dormir mal, sino ante una dificultad más profunda del cerebro para detener su actividad cuando llega la noche.

Las personas con TDAH suelen describir su mente como “una máquina que no se apaga nunca”. Cuando el día termina y el entorno se tranquiliza, su cabeza sigue funcionando a toda velocidad. En lugar de entrar progresivamente en un estado de descanso, se activa una especie de “segunda jornada mental” donde emergen pensamientos, ideas o preocupaciones que no dieron tiempo a procesar durante el día. Esa hiperactividad mental, característica del TDAH, es la antesala de muchas noches de insomnio.

Desde el punto de vista neurobiológico, esta dificultad para “bajar revoluciones” está relacionada con una disfunción en los mecanismos de autorregulación dopaminérgica y noradrenérgica. Dicho de manera más sencilla: el cerebro del paciente con TDAH tiene más dificultades para pasar del modo “acción” al modo “reposo”. Y cuando el sistema no logra esa transición, el sueño se convierte en una batalla.

A esto se suma que la falta de sueño, a su vez, agrava los síntomas del TDAH. Después de una noche de insomnio, el cerebro se vuelve más inestable: la atención se dispersa, el control emocional disminuye y la irritabilidad aumenta. Por eso, suelo explicar a mis pacientes que el sueño y la atención forman un binomio inseparable: cuando uno falla, el otro se resiente.

Desde esta perspectiva clínica, considero esencial distinguir dos situaciones que, aunque se solapan, requieren estrategias terapéuticas diferentes.

  1. Insomnio como consecuencia del TDAH:
    Las dificultades para regular la atención y las emociones hacen que el cerebro no logre “bajar revoluciones” al final del día. Esto puede traducirse en:
    • Dificultad para conciliar el sueño.
    • Despertares frecuentes.
    • Sensación de sueño no reparador.
  2. Insomnio como causa agravante del TDAH:
    Dormir poco o mal impacta directamente en la corteza prefrontal, región clave para la atención, la planificación y el control de impulsos. Así, el insomnio puede intensificar los síntomas del TDAH, generando más distracción, irritabilidad y desregulación emocional.

En resumen, ambos trastornos se retroalimentan, y el tratamiento eficaz requiere abordarlos de manera conjunta.

Factores que perpetúan el problema

A lo largo de mi práctica clínica, he comprobado que el vínculo entre insomnio y TDAH rara vez se mantiene solo por causas biológicas. Aunque la predisposición neuroquímica y la hiperactividad mental juegan un papel fundamental, el problema se consolida y se vuelve crónico por la manera en que la persona interactúa con su propio insomnio. Lo que comenzó como una dificultad puntual para dormir puede transformarse, con el tiempo, en un hábito mental y conductual profundamente arraigado.

Muchas personas con TDAH desarrollan una relación de lucha constante con el sueño. Cuanto más intentan dormirse, más se activan. Este esfuerzo voluntario por “obligar al cuerpo a descansar” genera frustración, ansiedad anticipatoria y, paradójicamente, más desvelo. Se activa así un círculo vicioso en el que el miedo a no dormir y la búsqueda desesperada de control terminan perpetuando el problema que se intenta resolver.

Además, el entorno actual no ayuda. Vivimos en una sociedad que estimula permanentemente la atención, llena de pantallas, notificaciones y demandas simultáneas. Este contexto hiperestimulante es especialmente perjudicial para las personas con TDAH, ya que refuerza la dificultad para desconectar y sostener rutinas regulares. En consecuencia, el insomnio deja de ser un síntoma puntual y se convierte en un patrón crónico de desregulación, sostenido tanto por factores biológicos como por hábitos cotidianos y emocionales.

He observado tres grandes factores que mantienen el vínculo entre insomnio y TDAH:

1. La hiperactivación emocional

Las personas con TDAH viven las emociones con gran intensidad. Esa sobrecarga emocional, si no se gestiona, mantiene el cerebro en un estado de alerta incompatible con el sueño.

2. El uso de pantallas

La exposición nocturna a dispositivos electrónicos retrasa la liberación de melatonina, la hormona del sueño. En pacientes con TDAH, el uso compulsivo del móvil o del ordenador suele ser una forma de calmar la inquietud mental, aunque en realidad la agrava. Si quieres, puedes este artículo sobre modificar tus rutinas: 5 cambios básicos para evitar distracciones con tu móvil.

3. La desorganización del ritmo circadiano

La irregularidad en horarios de sueño, comidas y actividades diarias desregula el ciclo sueño-vigilia. En mi experiencia, restablecer la estructura y la rutina es una de las primeras claves terapéuticas.

El enfoque terapéutico: unir mente, cuerpo y conducta

En mi práctica clínica combino distintos enfoques, integrando la psiquiatría, la psicoterapia y la terapia breve estratégica.
El objetivo no es solo dormir más, sino reentrenar la mente y el cuerpo para que vuelvan a encontrar su propio ritmo.

1. Evaluación integral

Antes de intervenir, realizo una evaluación completa que incluye historia clínica, hábitos de sueño, perfil emocional y posibles factores médicos. Es fundamental distinguir entre un insomnio primario y uno secundario al TDAH.

2. Intervención farmacológica personalizada

En algunos casos, el uso de medicación puede ser útil, tanto para regular el sueño como para tratar el TDAH. Sin embargo, siempre la empleo de forma individualizada y temporal, buscando que el paciente recupere su capacidad natural de autorregulación.

3. Terapia breve estratégica

Desde este enfoque, trabajamos no solo en “dormir mejor”, sino en cambiar las percepciones y conductas que mantienen el problema.
Por ejemplo:

  • Sustituir los intentos forzados de dormir por estrategias de control indirecto.
  • Reducir la rumiación mental mediante técnicas de reestructuración cognitiva.
  • Entrenar el cuerpo para reconocer las señales naturales de sueño.

Hábitos prácticos que recomiendo a mis pacientes

A menudo, cuando una persona con TDAH y problemas de insomnio acude a mi consulta, lo hace después de haber probado múltiples estrategias: infusiones relajantes, técnicas de respiración, suplementos naturales o incluso fármacos. Sin embargo, el cambio más profundo y sostenido no suele venir de soluciones extraordinarias, sino de pequeños ajustes cotidianos que devuelven al cuerpo y a la mente su ritmo natural. En otras palabras, no se trata de dormir “mejor” de un día para otro, sino de reentrenar el organismo para que vuelva a reconocer cuándo es hora de descansar.

Desde la perspectiva de la terapia breve estratégica, me interesa especialmente ayudar al paciente a descubrir qué está haciendo —sin darse cuenta— que mantiene el problema activo. En el caso del insomnio vinculado al TDAH, eso significa revisar los hábitos que favorecen la hiperactivación, la desorganización o la dependencia de estímulos externos. Una vez identificados, proponemos rutinas simples, específicas y sostenibles que, aplicadas con constancia, transforman radicalmente la calidad del sueño y la atención diurna.

Algunas pautas sencillas pueden marcar una gran diferencia:

RecomendaciónObjetivo
Establecer una rutina regular de sueñoSincronizar el reloj biológico
Limitar pantallas dos horas antes de dormirFavorecer la secreción de melatonina
Practicar ejercicios de relajación o mindfulnessReducir la hiperactivación mental
Evitar cafeína y estimulantes después del mediodíaDisminuir la excitación fisiológica
Usar la cama solo para dormirAsociar el espacio con descanso

Estas pequeñas estrategias, aplicadas con constancia, ayudan a romper el ciclo entre insomnio y TDAH.

El descanso también se entrena

Como psiquiatra y terapeuta, he aprendido que el sueño no se fuerza, se facilita. En los pacientes con TDAH, el insomnio no es una debilidad, sino una manifestación de un cerebro que no sabe cómo parar.
La buena noticia es que, con el enfoque adecuado, se puede recuperar la calma nocturna y mejorar notablemente la atención, la energía y la calidad de vida.

Si te sientes identificado con esta descripción, y crees que tu insomnio puede estar relacionado con un posible TDAH, te invito a dar el primer paso. En mi consulta trabajaremos juntos para entender tu caso y encontrar una solución personalizada.

Espero que esta información te haya resultado útil. Si tienes dudas en relación a tu caso en particular, no dudes en preguntármelo para que te asesore.

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