Hipocondría y patofobia
Hipocondria y patofobia son dos caras de la misma moneda, con particularidades que las diferencian y elementos que las hacen tener un trasfondo común.
Son el trastorno de la gente que valora la vida por encima de todo. Y como la mente lo sabe, y la mente busca protegerte, te mantiene en alerta máxima, para que no pierdas lo que más deseas.
Pero lo hace de un modo que no te deja vivir. Te secuestra.
Si lees hasta el final, encontrarás una técnica de las que usamos desde la Terapia Breve Estratégica para poder desbloquear este problema tan común.
¡Vamos al lío!
En la hipocondría lo que tenemos es un miedo irreductible a sufrir una enfermedad grave que genere sufrimiento, incapacidad y/o la muerte.
La persona percibe cualquier dolencia, como podría ser un dolor de cabeza, o un pequeño mareo, como un síntoma de una enfermedad grave, como podría ser un tumor cerebral.
Esto la lleva a tener miedo y a estar alerta a cualquier señal que confirme sus sospechas.
Se pasa el día pendiente de su cuerpo y con el presentimiento de que algo malo acecha en su interior…
Por este motivo, la persona que sufre de hipocondría, suele acudir con mucha frecuencia al médico, en busca de alguna prueba médica que le confirme el temido diagnóstico.
Y aunque afortunadamente este diagnóstico se descarta, y se le dice a la persona que lo que le pasa «son nervios», el alivio dura poco, por lo que de nuevo vuelve la duda, la obsesión por detectar posibles síntomas de su temida dolencia, y vuelta a empezar a la consulta del médico.
Esto hace que a la hipocondría se la conozca también como el Síndrome del Mal Oscuro, puesto que se sufre un mal, pero no se ve ni se diagnostica en la consulta médica.
En la patofobia, en cambio, encontramos matices diferentes respecto a la hipocondría, en la que el miedo es a morir de forma súbita debido a una enfermedad inesperada. Por ejemplo, de un infarto al corazón mientras duermes, o a sufrir un ictus de forma abrupta.
Este miedo les suele llevar a evitar situaciones que puedan propiciar este desenlace.
Por ejemplo, recuerdo a un paciente que no quería dormir, por miedo a sufrir un infarto mientras lo hiciera.
A las personas que sufren patofobia, les suele aterrorizar la idea de confirmar sus sospechas, y evitan ir al médico o hacerse cualquier prueba médica, por no confirmar sus miedos.
Ambos trastornos pertenecen al gran grupo de los trastornos de ansiedad, donde el problema ya no es el miedo a enfermar (miedo que puede resultar normal e incluso racional!) sino todas las cosas que se ponen en marcha para tratar de resolver dicho miedo:
- Escuchar al cuerpo en busca de posibles síntomas (y el que busca, encuentra! O va a otro médico…)
- Buscar información al Dr. Google constantmente, encontrando con múltiples enfermedades que le cuadran con lo que le pasa, a cada cual peor…
- Acudir a profesionales médicos que puedan confirmar sus sospechas (casi siempre sin éxito, por lo que cambia de profesional una y otra vez).
Esto, lejos de mejorar, aumentan la ansiedad de la persona que lo sufre, pues estas soluciones puestas en práctica, acaban actuando como una droga, de la que cada vez se es más dependiente para calmar su ansiedad.
Estoy a tu entera disposición, consúltame sin compromiso
Técnicas para controlar la hipocondria y la patofobia
Analiza lo que te ocurre. Pero analízalo bien.
Deja de ir al médico a pedir pruebas ‘sin ton ni son’ basándote en lo primero que has visto en Google. Si lo haces así, te pueden estar pasando por alto muchas cosas importantes para tu mejora.
De momento espera…
Analiza…
La prisa nunca es buena…
Registra lo que te ocurre de forma sistemática.
Como un científico que estudia, minuciosamente, para lograr descubrir algo.
Anota en una libreta todos los síntomas físicos, todas las sensaciones corporales, todas las emociones y pensamientos que te pasan por la cabeza.
Tu libreta debe acompañarte durante todo el día. No puedes dejar de anotar nada que pueda ser relevante. Y debes hacerlo durante un mes sin pausas.
Debes anotar en ella recién te levantes. Todo lo que te ocurre. Acuérdate también de anotar después de cada comida. Sensaciones, dolencias… Todo.
Y debes anotar en cualquier otro momento si sufres una crisis. No seas perezos@ con esto, es fundamental tener una buena base de datos para poderlos analizar después y valorar tu caso.
Como verás, debes anotar en ella lo que te ocurre, un mínimo de 4 veces al día. Si es más, mejor.
Pero tampoco te fuerces. Si un día, por lo que sea, no tienes síntomas, lo anotas también, un mínimo de 4 veces al día: Al despertar, y después de cada comida, como mínimo…
Si lo haces bien, el ejercicio debería llegar a resultarte molesto, tedioso… Pero todo tiene su razón de ser…
Y cuando lo anotes, házlo de manera ordenada: Apunta fecha y hora, lugar en el que te encuentras, con quién estás en ese momento, qué sensaciones tienes, qué emociones, qué pensamientos, qué intensidad le das a lo que te está ocurriendo, qué te alivia, qué lo empeora aún más…
Esta técnica es un primer paso. Algo que te puede ayudar.
Puede parecer extraña, o un poco en contra de lo que la gente te ha dicho hasta ahora:
«NO HAGAS CASO», «ESTATE TRANQUILA», «RELÁJATE», «NO PIENSES EN ESO»…
Pero muchas veces, lo que parece ilógico, es lo que no has probado, y a veces funciona…
Esta técnica ya la usaba Milton Erickson, hace un montón de años. Y no te cuento más porque si no, no te ayudaría. No tendría el mismo efecto…
Tu prueba y me dices. Espero que te ayude, y si lo necesitas, consúltame.