El trastorno por uso de alcohol (TUA) es un problema de salud frecuente que afecta a millones de personas a nivel mundial. Esta patología, caracterizada por el consumo problemático de alcohol, puede tener consecuencias devastadoras para la salud física, mental y social de quienes la padecen. Hoy te voy a hablar del tratamiento con fármacos interdictores para el trastorno por uso de alcohol.
Como ya he mencionado en otros artículos sobre adicción al alcohol, el tratamiento de los problemas con el alcohol requieren de un enfoque integral que combine intervenciones psicológicas, sociales y farmacológicas. Dentro de estas últimas, los fármacos interdictores juegan un papel crucial al ayudar a los pacientes a reducir o eliminar el consumo de alcohol. En este artículo entenderás cómo funcionan y cuándo pueden resultar de especial utilidad.
¿Qué son los fármacos interdictores?
Los fármacos interdictores, muchas veces conocidos como «Antabús®» o «fármacos disulfiram-like«, son sustancias que desencadenan una serie de reacciones físicas adversas cuando una persona consume alcohol.
Su principal mecanismo de acción es interferir con el metabolismo del alcohol en el cuerpo, en concreto con la enzima aldehído deshidrogenasa, que se encarga de metabolizar el acetaldehído, un producto intermedio en la descomposición del alcohol.
Cuando una persona ingiere alcohol mientras toma un fármaco interdictor, el acetaldehído se acumula en el cuerpo, causando efectos adversos inmediatos y desagradables, tales como enrojecimiento facial, sudoración, náuseas, vómitos, dolor de cabeza y palpitaciones. Esta reacción aversiva puede ser lo suficientemente intensa como para desalentar el consumo de alcohol y, de esta forma, contribuir a la abstinencia.
A veces utilizo la metáfora de que es un fármaco que te convierte en “alérgico a alcohol”, por lo que tu mente se libera de a tentación de beber: A nadie alérgico a los cacahuetes le apetecería comerse uno. Este hecho, que puede parecer una medida un tanto drástica en algunas personas, pero lo cierto es que resulta muy útil para las personas que están convencidas de resolver su consumo de alcohol.
Fármacos interdictores más utilizados
- Disulfiram: El disulfiram es el fármaco interdictor más conocido y utilizado en el tratamiento de los trastornos por uso de alcohol. Este medicamento se administra en dosis diarias y su efecto se mantiene durante un período prolongado. Cuando una persona que consume alcohol toma disulfiram, los efectos adversos pueden ser muy severos, lo que genera una aversión psicológica al alcohol. Aunque el disulfiram es eficaz, su uso requiere que el paciente tenga una fuerte motivación para abstenerse del alcohol, ya que la reacción negativa al consumo solo se produce si se ingiere alcohol mientras se está bajo tratamiento. Por lo tanto, es necesario un monitoreo adecuado para garantizar su toma diaria y lograr así sus beneficios.
- Acamprosato: Aunque el acamprosato no es un fármaco interdictor en el sentido estricto, también se utiliza para tratar el trastorno por uso de alcohol. Su mecanismo de acción no provoca una reacción adversa tras el consumo de alcohol, pero se cree que ayuda a restaurar el equilibrio en el sistema de neurotransmisores en el cerebro, lo que puede reducir los síntomas de ansiedad y deseo de alcohol. Se utiliza especialmente en pacientes que han dejado de beber y buscan evitar recaídas.
- Naltrexona: Similar al acamprosato, la naltrexona no es un interdictor clásico, pero tiene un efecto importante en la reducción de la recompensa asociada con el consumo de alcohol. Actúa bloqueando los receptores opioides en el cerebro, lo que disminuye los efectos placenteros del alcohol y reduce el deseo de beber. Este medicamento puede ser útil en combinación con otras estrategias terapéuticas, aunque no produce una reacción adversa inmediata al consumo de alcohol como los fármacos interdictores.
Eficacia y limitaciones de los fármacos interdictores para el trastorno por uso de alcohol
Los fármacos interdictores, especialmente el disulfiram, han demostrado ser eficaces en la promoción de la abstinencia del alcohol, pero su éxito depende en gran medida de la adherencia al tratamiento y de la motivación del paciente. Las personas que usan estos fármacos deben ser conscientes de los riesgos asociados al consumo de alcohol durante el tratamiento. La interacción entre estos fármacos y el alcohol puede ser peligrosa, por lo que es fundamental que los pacientes reciban una educación adecuada sobre el uso de estos medicamentos y las posibles consecuencias de su abuso.
Al convertirte en un persona “alérgica al alcohol”, la persona no puede beber nada que contenga alcohol, pero tampoco comer nada que lo pueda contener (salsas, vinagres de vino, algunos alimentos que contienen alcoholes como conservantes) así como tampoco utilizar productos cosméticos que los contengan (algunos desodorantes, colonias o cremas). En realidad son una serie de medidas sencillas de integrar en el día a día de la persona que toma antabus, una vez conoce las precauciones a tener en cuenta.
Consideraciones importantes
El tratamiento del trastorno por uso de alcohol debe ser multimodal. Aunque los fármacos interdictores pueden ser una herramienta valiosa, no deben considerarse como la única solución. El tratamiento debe incluir terapia psicológica y apoyo social para garantizar un enfoque integral y efectivo.
Si solo tomas antabus, no vas a beber, pero puede que sientas un vacío emocional (que es el que deja a sustancia) con el que no vas a recuperar la calidad de vida que necesitas para tu recuperación.
En eso consiste el tratamiento especializado en adicciones; en aprender a VIVIR, y no solamente dejar las drogas.
Es fundamental que el tratamiento sea personalizado, teniendo en cuenta las necesidades individuales del paciente, su historia clínica, la gravedad del trastorno y sus preferencias. La colaboración entre psiquiatras, médicos de atención primaria, psicólogos y otros profesionales de la salud es esencial para proporcionar un cuidado integral y lograr una recuperación exitosa.
Conclusión
Los fármacos interdictores, como el disulfiram, pueden ser una herramienta útil en el tratamiento del trastorno por uso de alcohol, especialmente en aquellos pacientes que están motivados para mantener la abstinencia. Sin embargo, su uso debe ser supervisado y debe formar parte de un enfoque terapéutico integral que también incluya intervenciones psicosociales y de apoyo adecuadas. Con el tratamiento adecuado y el compromiso del paciente, es posible recuperar calidad de vida y reducir los riesgos asociados al consumo del alcohol.