Los ataques de ansiedad, también conocidos como ataques de pánico, son episodios de miedo o malestar intenso que se presentan de manera súbita y alcanzan su máxima intensidad en minutos. Es fundamental reconocer los síntomas del ataque de ansiedad y comprender cómo funcionan, para abordar adecuadamente la situación y buscar el tratamiento apropiado.
Estos episodios pueden ser extremadamente perturbadores y, en ocasiones, confundirse con otros problemas de salud de otra índole debido a la similitud de los síntomas.
Contextualizando los síntomas del ataque de ansiedad
Te voy a explicar, en primer lugar, qué es un ataque de ansiedad y cuáles son sus síntomas, tanto físicos como emocionales. A partir de ahí, podremos ver cómo abordarlos y en qué casos necesitas acudir a un psiquiatra experto en ansiedad.
Antes de nada, ¿qué es un ataque de ansiedad?
Un ataque de ansiedad es una manifestación aguda de ansiedad que se caracteriza por una combinación de síntomas físicos y emocionales intensos. A diferencia de la ansiedad generalizada, que es una preocupación constante y difusa, los ataques de ansiedad son episodios específicos que ocurren de manera repentina, pudiendo tener un desencadenante claro o sin ninguno aparente.
Los síntomas del ataque de ansiedad pueden durar desde unos pocos minutos hasta más de media hora, aunque la mayoría tiende a disminuir en intensidad después de 20 a 30 minutos. Con el tratamiento adecuado, este tiempo se puede acortar mucho más, incluso llegar a prevenirlos, como luego veremos.
Síntomas físicos de un ataque de ansiedad
Los síntomas físicos son prominentes durante un ataque de ansiedad y pueden incluir:
- Palpitaciones y taquicardia
Una aceleración notable del ritmo cardíaco es común, acompañada de palpitaciones fuertes que pueden generar la sensación de estar experimentando un problema cardíaco. Este síntoma es uno de los más reportados por quienes sufren ataques de ansiedad.
- Dificultad para respirar
La sensación de falta de aire o asfixia es frecuente, lo que puede llevar a hiperventilación y aumentar la sensación de pánico. Esta dificultad respiratoria suele ser una de las razones por las que las personas buscan atención médica durante un ataque. No es infrecuente que la persona refiera sentir un pinchazo en el pecho, o cierta presión al respirar. Esto hace que se pueda confundir con un problema de corazón, hecho que a menudo preocupa mucho a la persona que presenta esta sintomatología.
- Sudoración excesiva
La sudoración profusa, incluso en ambientes fríos, es común y puede estar acompañada de escalofríos o sofocos. Este síntoma refleja la activación del sistema nervioso autónomo durante el episodio.
- Temblores o sacudidas
Movimientos involuntarios o temblores en las extremidades son habituales y pueden ser visibles o percibirse internamente. Estos temblores suelen estar relacionados con la liberación de adrenalina en el cuerpo.
5. Sensación de mareo o desmayo
La sensación de inestabilidad o mareo es común, lo que aumenta la preocupación y el miedo durante el ataque. Este síntoma puede deberse a la hiperventilación y la disminución de dióxido de carbono en la sangre. Con las técnicas que luego veremos, estos se pueden prevenir en gran medida.
Síntomas del ataque de ansiedad emocionales y cognitivos
Además de las manifestaciones físicas, los ataques de ansiedad incluyen síntomas emocionales y cognitivos significativos:
- Miedo intenso
Un sentimiento abrumador de miedo o terror, a menudo sin una causa aparente, es característico. Este miedo puede estar relacionado con la sensación de pérdida de control o temor a morir. En ocasiones, los pacientes refieren que es un miedo tal que les paraliza y les impide pensar con claridad durante algunos minutos.
- Sensación de irrealidad
La despersonalización (sentirse desconectado de uno mismo) o la desrealización (percibir el entorno como irreal) son comunes y pueden ser extremadamente perturbadoras. Estas sensaciones suelen intensificar la ansiedad durante el episodio.
- Preocupación por perder el control
El temor a perder el control, «volverse loco» o hacer algo embarazoso durante el ataque es frecuente y puede llevar a evitar situaciones sociales. Esta preocupación puede perpetuar el ciclo de ansiedad y evitar que la persona busque ayuda. Afortunadamente, estos miedos no entrañan un incremento del riesgo a “volverse loco” ni de perder el control, por lo que la persona que los presenta, al saber esto, puede sentir cierto alivio.
Causas y factores desencadenantes de los síntomas del ataque de ansiedad
Diversos factores pueden contribuir a la aparición de un ataque de ansiedad:
- Estrés prolongado
Situaciones de estrés mantenido en el tiempo, como problemas laborales, financieros o familiares, pueden aumentar la susceptibilidad a experimentar ataques de ansiedad. El estrés crónico puede afectar el equilibrio químico del cerebro, predisponiendo a episodios de ansiedad.
- Predisposición genética
La historia familiar de trastornos de ansiedad puede indicar una predisposición genética a experimentar estos episodios. Estudios han demostrado que ciertos genes pueden influir en la respuesta al estrés y la ansiedad.
- Consumo de sustancias
El consumo excesivo de sustancias estimulantes, como la cafeína o la nicotina, puede aumentar la susceptibilidad a los ataques de ansiedad. Además, el uso de drogas recreativas como la cocaína o el éxtasis, así como la abstinencia de alcohol o benzodiacepinas, son factores que pueden desencadenar estos episodios.
- Experiencias traumáticas
Eventos traumáticos pasados, como accidentes, pérdidas significativas, o episodios de abuso, pueden dejar una huella psicológica que incremente el riesgo de sufrir ataques de ansiedad. Estas experiencias pueden actuar como desencadenantes directos o indirectos de un ataque.
- Cambios hormonales
Alteraciones hormonales, como las experimentadas durante el embarazo, el posparto o la menopausia, pueden influir significativamente en los niveles de ansiedad y predisponer a ataques.
Estrategias para manejar los síntomas del ataque de ansiedad
Aunque los ataques de ansiedad pueden ser abrumadores, existen estrategias que pueden ayudar a controlarlos en el momento o prevenirlos a largo plazo. Estas técnicas incluyen tanto medidas inmediatas como cambios en el estilo de vida.
Técnicas inmediatas para calmar un ataque
- Control de la respiración
Durante un ataque, la hiperventilación es común. Realizar respiraciones profundas, inhalando lentamente por la nariz y exhalando por la boca, puede reducir los síntomas físicos y ayudar a calmar la mente. En casos en que no sea posible regular el ritmo respiratorio, respirar dentro de una bolsa ayuda a prevenir la acumulación de dióxido de carbono (hipercapnia) y por consiguiente evitamos algunos de los síntomas de los ataques de pánico que comentábamos antes. - Uso de objetos de conexión a tierra
Sostener un objeto, observarlo y enfocarse en sus detalles ayuda a desviar la atención del miedo y a conectar con el momento presente. Esto forma parte de la técnica de grounding. - Repetir afirmaciones tranquilizadoras
Frases como “Esto pasará” o “Estoy seguro” pueden ayudar a contrarrestar los pensamientos negativos que suelen intensificar el ataque.
Cambios en el estilo de vida para prevenir ataques futuros
- Ejercicio regular
La actividad física regular, como caminar, nadar o practicar yoga, ayuda a reducir los niveles generales de ansiedad y el riesgo de ataques. - Prácticas de relajación
Técnicas como la meditación, el mindfulness y la respiración profunda diaria pueden mejorar la respuesta del cuerpo al estrés. - Dieta equilibrada y sueño adecuado
Mantener una alimentación saludable y un patrón de sueño constante son esenciales para regular los niveles de estrés y ansiedad.
Cuándo buscar ayuda profesional
Si los ataques de ansiedad son recurrentes o interfieren significativamente con la calidad de vida, es fundamental buscar ayuda de un profesional de la salud mental. A continuación, se describen las opciones más comunes de tratamiento.
- Psicoterapia
La psicoterapia es un enfoque efectivo para tratar la ansiedad. En nuestro centro, utilizamos técnicas de la Terapia Breve Estratégica para resolver en unas pocas sesiones (3-5 sesiones de media). Esta terapia ayuda a identificar y cambiar patrones que perpetúan el síntoma, y a desarrollar estrategias para manejarlos de forma distinta.
- Medicación
En algunos casos, los psiquiatras pueden recetar medicamentos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) o benzodiacepinas para reducir los síntomas. Es importante seguir las indicaciones médicas estrictamente.
- Grupos de apoyo
Unirse a grupos de personas que han experimentado ansiedad puede proporcionar un espacio de comprensión y aprendizaje mutuo. Hablar con otros que han superado situaciones similares puede ser muy alentador.
Si detectas alguno de los síntomas del ataque de ansiedad mencionados, presta atención
Los ataques de ansiedad son episodios intensos y perturbadores, pero reconocer sus síntomas y entender las posibles causas es el primer paso para manejarlos. Implementar estrategias inmediatas, realizar cambios en el estilo de vida y buscar apoyo profesional son acciones fundamentales para reducir su impacto.
Si bien enfrentarse a la ansiedad puede ser desafiante, con las herramientas adecuadas es posible recuperar el control y mejorar la calidad de vida.