Como psiquiatra, una de las consultas más frecuentes que recibo en mi práctica diaria está relacionada con las crisis de pánico. Muchos pacientes llegan asustados, pensando que están sufriendo un infarto, que van a desmayarse o que están “perdiendo la cabeza”. Otros, en cambio, han pasado por varios especialistas médicos antes de llegar a la consulta de salud mental, porque los síntomas físicos que experimentan son tan intensos que cuesta creer que tengan un origen psicológico.
Y sin embargo, las crisis de pánico son un fenómeno muy común. Se estima que hasta un 10% de la población puede experimentar alguna vez un episodio de este tipo. Lo importante es saber que, aunque son intensas y muy desagradables, no son peligrosas, y que tienen tratamiento.
¿Cómo se manifiesta una crisis de pánico?
Las crisis de pánico suelen aparecer de forma súbita y, a menudo, sin un desencadenante claro. Los síntomas más habituales incluyen:
- Palpitaciones o taquicardia.
- Sensación de falta de aire o ahogo.
- Dolor o presión en el pecho.
- Mareo o sensación de inestabilidad.
- Sudoración y temblores.
- Sensación de irrealidad (despersonalización o desrealización).
- Miedo a morir, a perder el control o a volverse loco.
La duración suele ser breve, entre 10 y 20 minutos, aunque la intensidad es tan alta que el impacto emocional puede durar horas.
Muchos pacientes me dicen que la primera vez que les ocurrió pensaron que estaban teniendo un infarto y fueron a urgencias. Esto es totalmente comprensible, ya que el cuerpo reacciona como si estuviera ante una amenaza real.
¿Por qué ocurren las crisis de pánico?
Las crisis de pánico son el resultado de una activación excesiva del sistema de alerta del organismo. Es como si nuestro “sistema de alarma” se activara por error, interpretando una situación cotidiana como peligrosa. Este malentendido entre mente y cuerpo puede repetirse si no se trata, generando un “miedo al miedo”, lo que conocemos como trastorno de pánico.
En algunos casos, la causa está relacionada con un periodo de estrés prolongado, experiencias traumáticas o incluso con predisposición genética. Pero no siempre hay un desencadenante claro, y eso también es importante entenderlo: no necesitas tener “motivos” para tener ansiedad o ataques de pánico.
¿Qué puedo hacer si tengo una crisis de pánico?
Lo primero que recomiendo es no luchar contra la crisis. Cuanto más tratamos de evitarla o de escapar de ella, más se intensifica. Es fundamental aprender a reconocerla, aceptar que es pasajera, y aplicar estrategias específicas que trabajamos en terapia. Algunas de ellas son:
- Cambiar el foco de atención: mirar objetos, contar hacia atrás, mover el cuerpo.
- Respirar de forma controlada, sin hiperventilar.
- No catastrofizar los síntomas (no te estás muriendo ni perdiendo la razón).
- Recordar que ya has pasado por esto antes y que se pasa.
El abordaje psicológico es esencial. Desde la terapia breve estratégica y la terapia cognitivo-conductual podemos intervenir eficazmente para desmontar el círculo del pánico. En ocasiones, también es útil un tratamiento farmacológico puntual o de corto plazo, especialmente si hay insomnio o síntomas muy incapacitantes.
¿Cuándo debo consultar a un profesional?
Si has tenido más de una crisis, si vives con miedo constante a que vuelva a ocurrir, o si has empezado a evitar lugares o situaciones por temor a sufrir una crisis, es el momento de buscar ayuda. Cuanto antes se interviene, más eficaz y breve suele ser el tratamiento.
En mi consulta online y presencial, acompaño a personas que padecen ansiedad y crisis de pánico a recuperar su equilibrio emocional. Trabajamos con un enfoque centrado en resultados, con herramientas que se adaptan a cada persona. Nadie merece vivir con miedo constante a su propio cuerpo.
Sí, se puede vivir sin miedo
Superar las crisis de pánico no solo es posible, sino que ocurre cada día en consulta. Lo más importante es no resignarse a vivir con ese malestar. Si sientes que las crisis de ansiedad están afectando tu calidad de vida, no lo dejes pasar. Estoy aquí para ayudarte a entender qué te está pasando y, sobre todo, para enseñarte cómo salir de ese ciclo.

